lunes, 31 de diciembre de 2012

Un cuento que no es solo de navidad

En un pueblo de Judá, hace un tiempo nació un niño. Era un niño igual a los demás, lloraba, reía, mojaba sus pañales y mamaba con gula el joven seno de su madre. Como todos dormía a ratos en su cuna de lana de oveja, y despertaba a su madre en la madrugada cuando el hambre le llegaba. Era un recién nacido como todos….y allí empezó el milagro… Creció como todos, dio sus primeros pasos vacilantes de la mano de mamá Balbuceó las primeras palabras en una lengua antigua… Aprendió a leer en el libro de su padre... Riñó con sus hermanos, y haló alguna vez el cabello de sus hermanas Corrió, se cayó, se raspó las rodillas…lloró y se levantó Era un niño como todos…y por eso fue un milagro… Se hizo joven, y empezó a soñar… sus ojos del color de la miel, soñaban lejanías… soñaban montañas nevadas, de las que hablaban los mercaderes…. ríos azules y verdes, hombres negros, y hombres rubios con ojos color del cielo… Hermosas mujeres con trajes extraños. Y barcos, muchos barcos que iban y venían Sobre aguas desconocidas, que desembocaban en el mar…era un joven poeta que soñaba Un joven enamorado de la vida, un joven con la fuerza del futuro en sus manos… En fin, era un joven como todos…y por eso fue un milagro… Un día como cualquier otro, este hombre joven igual a cualquiera, sintió algo raro en su corazón. Y tembló ante la idea de la locura, que susurraba en su oído, que aquello que creía verdad, era tan solo una pequeña parte de la realidad. Que habían millares de lenguas distintas, y hombres que las hablaban, y que cada cultura tenía también lo que llamaban su verdad…y vio a su alrededor, y por primera vez, halló al otro distinto, ni mejor ni peor…solo diferente….y quiso saber más…y como muchos abandonó el hogar…y fue como todos a buscar en el camino…esa senda preciosa que había intuido… Se volvió buscador, igual que muchos… pero se escuchó como muy pocos…y comenzó a vivir el milagro. Y un día el camino se hizo extraño, brilló con la luz del entendimiento… y le puso frente a sus ojos asombrados, el tesoro extraordinario que había soñado… Y el hombre de los ojos color miel, vio por primera vez, la hermosura del padre creador, en el proceso excelso de la creación. Y entendió…que era el hijo de Dios, y que fruto del amor que le dio vida… había nacido en una familia para ser a la vez Hijo de Dios e Hijo del hombre… Y ese día el hombre igual que todos…vio lo que solo ven muy pocos… Vio la luz que lo originó y el principio perfecto de la creación en el amor… Y el hombre igual que todos…lloró ante la belleza que lo rodeaba…ante lo profundo del sentimiento que lo embargaba…y lo extraordinario del milagro que vivía y que se repetía inconscientemente al despertar cada día… Y el que hasta ese momento, fue alguien igual a todos…vivió la revelación, y se hizo uno con ella, y uno con el camino, la luz, el amor, el sentimiento del momento, y la belleza de la creación. Y vio al reino de Dios, desde el corazón del hombre…y amó al hermano con la grandeza del padre, y la entrega del hijo…murió como todos, en ese momento y al morir, murieron con el, los prejuicios, las separaciones, los rencores, las envidias, la falta de fe, la desesperanza, el temor y el odio…la falta, la culpa, el pecado y el remordimiento… Pero como muy, muy pocos…renació…y en su nueva vida, ya no cupo otra cosa que no fuera el amor, y el se hizo faro en la noche…y columna de humo en el día…así todos sabrían donde estaba… Y él volvió al camino… Solo para enseñar a sus hermanos, que solo existían a lo largo de la senda, la verdad y la vida…y que nadie, que no saliera a buscar, las hallaría. En su dimensión de humano trascendente, nos enseño a creer, a tener fe y esperanza, caridad y alegría de dar…nos hermanó con la oración y nos enseñó que no hay templos, ni libros, ni palabras suficientemente grandes, para encerrar el amor del Creador. Y que no existen corazones por pequeños, golpeados o heridos…donde no quepa ¡!! Nos hermanó en la grandeza del alma, en la inmortalidad del ser….y nos llamó amigos…y así nos sigue amando, y aunque alguien dijo que murió, alguna vez…la amistad que nos regaló, con la que nos ungió y a través de la cual se manifestó en medio de nosotros…sigue allí, viva, latente y hermosa, como la creación que el vio el día de su revelación. Y fue un hombre como todos, que se atrevió a ver, a vivir, y a ser…mas allá de lo evidente…. Y por eso fue y sigue siendo….El milagro más grande de nuestro universo.