miércoles, 30 de mayo de 2018

Amanecer

Amanece y sigo preguntándome donde estas?
que harás a estas horas del ritual mañanero,
de donde vendrá el agua, que enjuaga tu rostro
se verán por tu ventana, aun los luceros?

Aquí en mi montaña, hace rato que hay sol,
el dolor de mi patria insomne ya se levantó,
millones de otras madres con los brazos vacíos
también se preguntan, como estarán sus hijos!

Las guacharacas hace rato que cantan
entre los arboles de mi querencia,
mi razón resentida de tanto extrañarte
me grita en silencio !Paciencia, Paciencia!

Me dice el cerebro, que allá estas mucho mejor,
pero no se que hacer con este vacío en medio del pecho
me duelen los brazos de tanto esperarte
y mi lógica dice, que es solo un gran disparate.

Salgo a pelear con el día, con la cotidianeidad, con la resignación,
 con esa palabra de moda, la dorada resiliencia,
que se convirtió en Venezuela en excusa para la demencia,

Te golpearon? Levántate, vuelve a que te peguen mañana
quizás así consigas, un paquete de harina, una pastilla de jabón,
Te insultaron? calla y sigue, encaja el golpe moral
aguanta la grosería  del bárbaro  de uniforme

y sigue tu camino sorda al hambre, ciega al abuso
con la rabia callada, con la furia escondida disfrazada de cinismo
con parálisis de intenciones, con asfixia de libertades
con sueños ya muertos arrastrados por el camino
que te lleva de vuelta a la casa
desde la que un día se marcho el hijo.

domingo, 21 de enero de 2018

Enero 2018

Hay sucesos que marcan un cambio, un antes y un después, un hito histórico del cual no es posible devolverse. Quisiera decir con la mano en el corazón, que el vil asesinato de Oscar Pérez y sus valientes, su entierro casi clandestino y las terribles circunstancias de su muerte, es uno de estos sucesos.

Pero lamentablemente no lo es.

Estando lejos de mi Venezuela amada por una corta temporada, y comprobando lo que decía el poeta, “que no tienen estrellas las noches del destierro”, en una de esas tranquilas noches de Barranquilla, cuyo único sonido es el del famoso viento de la Arenosa. Me di cuenta de una conducta recurrente que tenemos los venezolanos, y que es contraria a lo que sucede en otros países.

Nosotros los venezolanos al contrario de los demás países detestamos a nuestros héroes, ensuciamos a nuestros próceres, y no sentimos por ellos ni por su vida y valores otra cosa que no sea una sorda envidia que nos lleva siempre a buscar algo para desmitificarlos y ensuciar su memoria.

Así he visto a gente hablar barbaridades de Bolívar, he escuchado relatos infames acerca de Miranda, y comentarios soeces sobre Simón Rodríguez, o Luisa Cáceres de Arismendi solo por nombrar algunos. Mientras las demás naciones buscan hacer de sus grandes hombres ejemplos, nosotros lamentablemente tratamos siempre de bajar su grandeza a niveles manejables por nuestra falta de identidad y amor por la patria.

 Y si de ejemplos actuales se trata, puedo contarles centenares de la miss Universo que seguramente se acostó con todo el jurado para que la coronaran, o del actor venezolano o cantante que triunfa fuera a punta de drogas o favores.

Pero si esto solo se quedara allí, seria hasta manejable, pero lo peor es que ha traído grandes y muy tristes consecuencias que hoy, en la hora más oscura de nuestra república, ha provocado no solo una imagen ambigua a los ojos de la comunidad internacional, sino que ha producido muertes, gran cantidad de muertes, de inútiles muertes, sin sentido ni lógica alguna.

Porque mientras somos especialistas en la crítica feroz, y en vender lastima a los ojos de los demás, a la hora de defender y luchar por lo que realmente nos interesa, nos refugiamos en nuestras casas con la excusa de que ellos, los malos, los asesinos, los que nos están matando de hambre son los que tienen las armas, pero que si dicen que hay que sacar el Carnet de la Patria, hacemos horas de cola para sacarlo, y si dicen que hay que prostituirse para que estando preñada todo un año recibas 700000 bolívares, equivalentes a un cartón de huevo y dos kilos de arroz, entonces mandamos a las hijas a dejarse embarazar, para contar con los 700 mil.

Para eso somos buenos, para quejarnos, para arreglar el mundo frente a una cerveza, para contemplar impávidos al hijo que se muere de hambre, o al familiar que languidece sin medicinas y maldecir al HDP correspondiente, para saquear y robarse hasta las tapas de las pocetas de los negocios saqueados, para insultar para adentro al sátrapa gobiernero, sonriendo por afuera.

Hipócritas y serviles, porque hay que estar bien con todo el mundo si quieres comer. Porque me hago llamar diputado y aquí doy declaraciones en contra del estado de cosas, del estado fallido, del narco estado, etc. Y afuera voy a negociar unas elecciones que me garanticen mi vigencia política y mi continuidad. Porque la ANC es una atrocidad irrita aquí, pero si gano una gobernación voy a que me juramenten los atroces personeros írritos de la misma.

Porque carecemos de una definición ciudadana, y esto pasa porque no tenemos una identidad patriota, ni sentimiento de pertenencia. Los norteamericanos saben que George Washington no fue el mas preclaro de los hombres, pero exaltan su proceder, sus gestos de valor, su fortaleza, y dejan pasar quizás subrepticiamente sus debilidades y errores, para que siga siendo visto por los niños como el Padre de la Patria.

¿Entonces existe más grandeza en Washington que en Bolívar? No, pero el primero tiene un pueblo que lo quiere mientras que el segundo hundido bajo la crítica y la traición más miserable, murió en un pueblo colombiano con una camisa prestada, solo, condenado y miserable…abandonado por el pueblo que le vio nacer.

Francisco de Miranda sufrió la misma suerte, al igual que Simón Rodríguez, Sucre, y tantos otros próceres de la independencia anterior. Solos y abandonados como los militares de la Plaza Altamira, como los estudiantes abandonados frente a las balas de la Guardia Nacional cientos de jóvenes solos y abandonados en las calles.

Como los presos políticos que de no ser por algunas valientes ONGs y sus familiares ya nadie los recuerda, como López “que se vendió por los 200 millones que tenía la esposa en el carro”, con lo que convenientemente fue sacado del ruedo político con la anuencia de la mal llamada oposición.
Como Brito solo desnutrido y olvidado. O el General Vivas, Baduel padre e hijo, Caguaripano, como los millones de muertos producidos por el hambre, por la inseguridad, por la falta de medicinas. Como los miles de recién nacidos muertos en sus cajitas de cartón.

Solos y abandonados por un pueblo cuya efervescencia dura unos días, y luego se esconde a lamerse las heridas hundidos en sus casas con el rabo entre las piernas, y el Carnet de la Patria en el bolsillo.
Como Oscar Pérez, solo y abandonado con una decena de valientes haciendo frente a una Jauría enferma de asesinos de los colectivos y la gloriosa guardia nacional. Rindiendo su vida a las órdenes de un asesino que detenta el poder y que ni siquiera tiene la nacionalidad necesaria para hacerlo.

Nosotros abandonamos a los que se atreven, y luego disfrazamos nuestra cobardía con la crítica feroz, con el comentario procaz y vil, y cuando ya nada de eso funciona para quitarnos el sabor del asco que sentimos en la boca, recurrimos a la manida formula del “tiempo de Dios que es perfecto” y con eso justificamos no haber hecho nada para evitar la masacre, para defender los derechos humanos, o para sencillamente exigir lo que básicamente merece todo ser humano, el respeto a la vida, y a la dignidad.

Y un pueblo que no defiende su dignidad, sencillamente no la merece.

Militza Pérez
Enero 2018




domingo, 3 de diciembre de 2017

21 gramos de libertad






21 gramos de Inmortalidad
Por: Militza Pérez Guevara



Militza Perez Guevara
14/11/2017


Dedico este pequeño ensayo a los héroes caídos, que una vez más reivindicaron aquel axioma gomecista de que “Venezuela es un cuero seco, al que pisan por un lado, y se levanta por el otro”. A ellos que nos recordaron que de verdad  y  de alguna forma el joven Simón Bolívar, no fue un fenómeno extraño y ajeno a nuestra idiosincrasia, acomodaticia y resiliente. Por unos meses nos dieron el ejemplo de una lucha real, consciente, clara y con propósito…sin mediaciones, ni negocios ni agendas ocultas. Dios los bendiga por recordarnos que más allá de la componenda y el acuerdo a espaldas del pueblo, aún existen  21 gramos de libertad, inalienable en la que está inscrito un nombre para la eternidad: Venezuela…

Porque por ahí anda un científico diciendo que el alma humana pesa 21 gramos…

I

Gracias a los valores que sembraron en mi dos mujeres venezolanas, valientes, fuertes y únicas, aprendí entre muchas otras cosas, que existen razones suficientes para luchar cuando tus motivos son reales y están del lado correcto de la historia, lamentablemente de la misma forma me enteré de que ese lado no necesariamente es el que es alabado y analizado en los libros de historia, porque esta la escriben los vencedores, y no siempre salen ganando los más valiosos. 

Así que no sería extraño que en veinte años algún historiador  reseñara los eventos de Abril, Mayo, Junio del 2017, como una insurrección armada que fue debidamente subyugada por el gobierno democrático, yo realmente espero ya no estar aquí en este plano existencial, si eso sucede.

Como millones de madres venezolanas, tengo a mi único hijo viviendo en el exterior, y como todas ellas me refugio en la idea de que se fue buscando un futuro mejor, ya que las condiciones de mi país, que es el país donde nació, no le ofrecen ni siquiera una aceptable calidad de vida.

Así el día en que de toga y birrete lo vi desfilar a recibir su título universitario, mientras aplaudía orgullosa de su triunfo, lloraba como tonta porque sabía que en cuestión de semanas se iría, y no tenía argumentos para que no fuera así.

Es triste ver los rostros de los jóvenes que sobre esa policroma obra de arte que adorna el suelo del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, depositan un último beso, sobre las mejillas de sus madres, y con el sustico que se siente, cuando se vuela solo, lleno de incertidumbres y tristeza por la despedida, se emprende la huida hacia una realidad que por lo menos esperan que sea más amable, y más vivible, todos con la promesa de volver un día, o de llevarse a los suyos a un lugar sin largas colas, para comprar un paquete de harina precocida para arepas, y un kilo de caraotas. 

Ya en el avión se comienza a olvidar el tiempo pasado bajo la humillación de los “militares” en medio de la rabia general producida por el cansancio de varias horas en una cola, que favorece la agresión y el insulto…de los gritos de: “ o se quedan tranquilos o cerramos el mercado, la bodega o el camión”. 

El fusil armado, el insulto fresco, retrechero y prepotente vestido de verde,  y el amiguismo campante…allí entre lágrimas disimuladas el muchacho se dice: “Volveré cuando todo esto haya pasado” pero una vocecita le susurra “¿Y si nunca pasa?. Y otra le responde “me quedo por allá y me llevo a mi familia”…pero el dolor que colma los 21 gramos de inmortalidad tiene un nombre y una voz: Venezuela.

Y en tierra, a 35000 pies por debajo del avión, una voz susurra entre lágrimas: Dios te bendiga hijo, nieto, nieta, María, Carlos, etc. etc. etc. Y los 21 gramos de luz, se oscurecen se visten de duelo, y se obligan a vivir la perdida de esa presencia amada, con la justificación de que donde quiera que vaya, España, Colombia, Cachemira, Tombuctú, la situación siempre será mejor que el hambre, la miseria y la inseguridad de este otrora paraíso llamado Venezuela.

II

Pero ¿qué justificación tienen aquellos cuyos hijos no se fueron en un avión, o en un autobús…aquellos que se despidieron ante la visión del féretro en el que se fueron a la eternidad sacrificados por las balas, perdigones, metras, golpes, torturas, hambre y enfermedades que recibieron por el solo hecho de atreverse a soñar, a pensar, a evocar a arañar a la historia por un poco de coherencia, de democracia, de libertad…esos bellos héroes con sus escudos de cartón, con sus sueños de gloria, con su inocencia intacta, ante la atrocidad y la barbarie sanguinaria  del soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo…

Esos 21 gramos de inmortalidad, vestidos de luto, llenos de dolor, de impotencia, del “padre porque me has abandonado”, porque te llevaste mi muchacho, mi muchacha…él se iba a graduar, ella acababa de graduarse…el soñaba con ser libre y vivir en una Venezuela bonita como la que conocieron sus padres. Ella soñó alguna vez con parir hijos “con la piel tostada como una flor de Venezuela”. El usaba una bandera como la capa de un superhéroe, y aquel una cruz templaría pintada sobre un escudo de cartón…

Pero sus sueños, sus voces, sus manos blancas, sus banderas como capas de superhéroes, sus máscaras de franela…sus pensamientos distintos, eran un insulto para el “soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo”, eran un peligro para el “comandante eterno y su camarilla” eran una amenaza para la continuidad del pensamiento único, del poder sempiterno, de la bandera rasgada y negociada a pedazos de corazón y petróleo, de corazón y oro, de corazón y coltan… de corazón y lo que sea que se pueda negociar, con tal de permanecer inamovible, inconmovible en las alturas del poder, al acecho de cualquier disonancia, que pueda opacar la propaganda con la voz del muerto…aspirando que la voz grabada de ese muerto…apague para siempre las miles de voces de los muertos que pedían, que rogaban, que exigían, que suplicaban…”no me mates, tu eres pueblo como yo” o que gritaban Venezuela Libertad, libertad, libertad!!!

Porque la mención de la Libertad, es un insulto para los rojos, rojitos…rojo atardecer, rojo dolor, rojo sangre y terror….’

¿De qué color se visten los 21 gramos del soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo?

III

Pero se me olvida un detalle muy importante: que Venezuela no es un ayer que se repite constantemente, Venezuela es algo más que despedidas en Maiquetía, en Paraguachon, en La línea, o en Cúcuta…

Venezuela es la luz maravillosa de los cuadros de Reveron, la música interna y melodiosa de los poemas de Andrés Eloy Blanco, el humor y amor de Aquiles, el piano de Teresa, el cuatro de Alirio Díaz, El Orfeón Universitario, el colorido de Emilio Boggio, o el Cinetismo de Soto….
¡Oh Dios por un momento olvidé  que Venezuela es el Ávila verde que abraza a Caracas, y es el Campo de Carabobo, El Salto Ángel cubierto de nubes, y el Pico Bolívar cubierto de nieve. 
Playa Colorada, Mochima, Margarita…Guanare, El saladillo, los llanos, los montes, las playas, las dunas, los médanos…el Oso Frontino, la Guacamaya, la Iguana, y el Turpial, colibríes, mariposas, pájaros, orquídeas y rocas…

Venezuela es amaneceres y mediodías…y noches de estrellas

Porque Venezuela no está muerta, NO.

Sigue viva, y su alma que pesa la sumatoria de los 21 gramos de todos aquellos que la aman late, respira y pulsa en el ADN de todos los que la conocimos de una forma, la vemos de otra, y la contemplaremos renaciendo de sus cenizas, como un Fénix tricolor que tocado con las plumas del Turpial, vuela y se refleja en el rio de las siete estrellas.

Venezuela es mi sueño, y mi motivo, y su mañana de retornos y risas, de perdón y reconciliación es el cuento más hermoso que puedo narrarme a mí misma, para dormir arrullada por las posibilidades infinitas de su mañana. Venezuela es un te amo, que merece ser vivido…y un sueño que de tanto soñarse, se hará realidad.

jueves, 26 de febrero de 2015

A un niño muerto



Nunca conociste la Libertad
No conociste un pais donde podias hablar 
y decir lo que pensabas
sin temor a que una bala te callara.
No conociste la Venezuela bonita en la que crecí
Hoy lloro tu memoria, niño querido al que nunca conocí...

Dicen que los dioses aman a los que mueren jovenes,
si esto es verdad, quiero imaginarte dichoso
pero deseo de corazon que tu asesino
viva millones de años, con el dolor en el alma
de lo que te hizo a ti.

No tendré la oportunidad de verte jamas,
desde Caracas la doliente, te digo adios con lagrimas,
cuando se tiene un hijo, lo dijo Andres Eloy
se tienen todos los hijos del mundo
y Venezuela la gran madre, tambien te llora
con el pesar profundo, de despedirte hoy.

Pueblo postrado, callado, cobarde y comodo
que triste destino el tuyo
llorar la despedida de tus jovenes que se marchan
huyendo de la barbarie, por ti aceptada
O llorar frente a las tumbas de niños
que gracias a tu comoda mansedumbre
ya no tendran mañana.

Que esperas Venezuela, 
¿Eres la cuna de Bolivar?
o quizas, esto como todas tus excusas
tambien sera, otra tonta mentira.

Militza Perez
Febrero 2015