domingo, 3 de diciembre de 2017

21 gramos de libertad






21 gramos de Inmortalidad
Por: Militza Pérez Guevara



Militza Perez Guevara
14/11/2017


Dedico este pequeño ensayo a los héroes caídos, que una vez más reivindicaron aquel axioma gomecista de que “Venezuela es un cuero seco, al que pisan por un lado, y se levanta por el otro”. A ellos que nos recordaron que de verdad  y  de alguna forma el joven Simón Bolívar, no fue un fenómeno extraño y ajeno a nuestra idiosincrasia, acomodaticia y resiliente. Por unos meses nos dieron el ejemplo de una lucha real, consciente, clara y con propósito…sin mediaciones, ni negocios ni agendas ocultas. Dios los bendiga por recordarnos que más allá de la componenda y el acuerdo a espaldas del pueblo, aún existen  21 gramos de libertad, inalienable en la que está inscrito un nombre para la eternidad: Venezuela…

Porque por ahí anda un científico diciendo que el alma humana pesa 21 gramos…

I

Gracias a los valores que sembraron en mi dos mujeres venezolanas, valientes, fuertes y únicas, aprendí entre muchas otras cosas, que existen razones suficientes para luchar cuando tus motivos son reales y están del lado correcto de la historia, lamentablemente de la misma forma me enteré de que ese lado no necesariamente es el que es alabado y analizado en los libros de historia, porque esta la escriben los vencedores, y no siempre salen ganando los más valiosos. 

Así que no sería extraño que en veinte años algún historiador  reseñara los eventos de Abril, Mayo, Junio del 2017, como una insurrección armada que fue debidamente subyugada por el gobierno democrático, yo realmente espero ya no estar aquí en este plano existencial, si eso sucede.

Como millones de madres venezolanas, tengo a mi único hijo viviendo en el exterior, y como todas ellas me refugio en la idea de que se fue buscando un futuro mejor, ya que las condiciones de mi país, que es el país donde nació, no le ofrecen ni siquiera una aceptable calidad de vida.

Así el día en que de toga y birrete lo vi desfilar a recibir su título universitario, mientras aplaudía orgullosa de su triunfo, lloraba como tonta porque sabía que en cuestión de semanas se iría, y no tenía argumentos para que no fuera así.

Es triste ver los rostros de los jóvenes que sobre esa policroma obra de arte que adorna el suelo del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, depositan un último beso, sobre las mejillas de sus madres, y con el sustico que se siente, cuando se vuela solo, lleno de incertidumbres y tristeza por la despedida, se emprende la huida hacia una realidad que por lo menos esperan que sea más amable, y más vivible, todos con la promesa de volver un día, o de llevarse a los suyos a un lugar sin largas colas, para comprar un paquete de harina precocida para arepas, y un kilo de caraotas. 

Ya en el avión se comienza a olvidar el tiempo pasado bajo la humillación de los “militares” en medio de la rabia general producida por el cansancio de varias horas en una cola, que favorece la agresión y el insulto…de los gritos de: “ o se quedan tranquilos o cerramos el mercado, la bodega o el camión”. 

El fusil armado, el insulto fresco, retrechero y prepotente vestido de verde,  y el amiguismo campante…allí entre lágrimas disimuladas el muchacho se dice: “Volveré cuando todo esto haya pasado” pero una vocecita le susurra “¿Y si nunca pasa?. Y otra le responde “me quedo por allá y me llevo a mi familia”…pero el dolor que colma los 21 gramos de inmortalidad tiene un nombre y una voz: Venezuela.

Y en tierra, a 35000 pies por debajo del avión, una voz susurra entre lágrimas: Dios te bendiga hijo, nieto, nieta, María, Carlos, etc. etc. etc. Y los 21 gramos de luz, se oscurecen se visten de duelo, y se obligan a vivir la perdida de esa presencia amada, con la justificación de que donde quiera que vaya, España, Colombia, Cachemira, Tombuctú, la situación siempre será mejor que el hambre, la miseria y la inseguridad de este otrora paraíso llamado Venezuela.

II

Pero ¿qué justificación tienen aquellos cuyos hijos no se fueron en un avión, o en un autobús…aquellos que se despidieron ante la visión del féretro en el que se fueron a la eternidad sacrificados por las balas, perdigones, metras, golpes, torturas, hambre y enfermedades que recibieron por el solo hecho de atreverse a soñar, a pensar, a evocar a arañar a la historia por un poco de coherencia, de democracia, de libertad…esos bellos héroes con sus escudos de cartón, con sus sueños de gloria, con su inocencia intacta, ante la atrocidad y la barbarie sanguinaria  del soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo…

Esos 21 gramos de inmortalidad, vestidos de luto, llenos de dolor, de impotencia, del “padre porque me has abandonado”, porque te llevaste mi muchacho, mi muchacha…él se iba a graduar, ella acababa de graduarse…el soñaba con ser libre y vivir en una Venezuela bonita como la que conocieron sus padres. Ella soñó alguna vez con parir hijos “con la piel tostada como una flor de Venezuela”. El usaba una bandera como la capa de un superhéroe, y aquel una cruz templaría pintada sobre un escudo de cartón…

Pero sus sueños, sus voces, sus manos blancas, sus banderas como capas de superhéroes, sus máscaras de franela…sus pensamientos distintos, eran un insulto para el “soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo”, eran un peligro para el “comandante eterno y su camarilla” eran una amenaza para la continuidad del pensamiento único, del poder sempiterno, de la bandera rasgada y negociada a pedazos de corazón y petróleo, de corazón y oro, de corazón y coltan… de corazón y lo que sea que se pueda negociar, con tal de permanecer inamovible, inconmovible en las alturas del poder, al acecho de cualquier disonancia, que pueda opacar la propaganda con la voz del muerto…aspirando que la voz grabada de ese muerto…apague para siempre las miles de voces de los muertos que pedían, que rogaban, que exigían, que suplicaban…”no me mates, tu eres pueblo como yo” o que gritaban Venezuela Libertad, libertad, libertad!!!

Porque la mención de la Libertad, es un insulto para los rojos, rojitos…rojo atardecer, rojo dolor, rojo sangre y terror….’

¿De qué color se visten los 21 gramos del soldado maldito que volvió sus armas contra su pueblo?

III

Pero se me olvida un detalle muy importante: que Venezuela no es un ayer que se repite constantemente, Venezuela es algo más que despedidas en Maiquetía, en Paraguachon, en La línea, o en Cúcuta…

Venezuela es la luz maravillosa de los cuadros de Reveron, la música interna y melodiosa de los poemas de Andrés Eloy Blanco, el humor y amor de Aquiles, el piano de Teresa, el cuatro de Alirio Díaz, El Orfeón Universitario, el colorido de Emilio Boggio, o el Cinetismo de Soto….
¡Oh Dios por un momento olvidé  que Venezuela es el Ávila verde que abraza a Caracas, y es el Campo de Carabobo, El Salto Ángel cubierto de nubes, y el Pico Bolívar cubierto de nieve. 
Playa Colorada, Mochima, Margarita…Guanare, El saladillo, los llanos, los montes, las playas, las dunas, los médanos…el Oso Frontino, la Guacamaya, la Iguana, y el Turpial, colibríes, mariposas, pájaros, orquídeas y rocas…

Venezuela es amaneceres y mediodías…y noches de estrellas

Porque Venezuela no está muerta, NO.

Sigue viva, y su alma que pesa la sumatoria de los 21 gramos de todos aquellos que la aman late, respira y pulsa en el ADN de todos los que la conocimos de una forma, la vemos de otra, y la contemplaremos renaciendo de sus cenizas, como un Fénix tricolor que tocado con las plumas del Turpial, vuela y se refleja en el rio de las siete estrellas.

Venezuela es mi sueño, y mi motivo, y su mañana de retornos y risas, de perdón y reconciliación es el cuento más hermoso que puedo narrarme a mí misma, para dormir arrullada por las posibilidades infinitas de su mañana. Venezuela es un te amo, que merece ser vivido…y un sueño que de tanto soñarse, se hará realidad.

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